Ayuntamiento de Remolinos

Un lugar de gran importancia

Remolinos buscó la Ribera del Ebro sobre su margen izquierda del Ebro, Remolinos tiende su caserío a resguardo de una cordillera montañosa, cuyas entrañas están repletas de sal gema de inmejorable calidad, que es explotada por numerosas minas, bajo la mirada protectora del Cristo de la Cueva. Ello ha dado al pueblo gran notoriedad. Los yacimientos son muy antiguos, ya que es tradición que el mismo Aníbal acudía a Remolinos a cargar sal para sus ejércitos. Posteriormente, esta riqueza minera fue propiedad de la Casa Real y queda constancia de que el rey Felipe II se desplazó a Remolinos para visitar sus posesiones.

Remolinos, municipio de fácil acceso

El pueblo es llano, con su trazado urbanístico bastante regular, en torno a la Iglesia que se alza exenta, en el centro. La carretera que parte de Alagón sitúa al viajero en la localidad, con acceso frente a la estación de servicio y el bar-restaurante. Proliferan las zonas ajardinadas, frente al verde ribereño, donde se extiende la huerta ubérrima. Se ve cuidado el pueblo y mantiene el censo de sus habitantes, aunque haya descendido algo en relación a 1950.

La iglesia parroquial de San Juan Bautista

La Iglesia parroquial de San Juan Bautista es un edificio amplio, de estilo neoclásico, con una gran cúpula central, consta de tres naves, crucero y cabecera plana cubierta por bóveda de lunetos. La torre se alza a los pies, adosada, en el lado de la epístola, y presenta tres cuerpos, el primero de planta cuadrada y los restantes octogonales. Fue construida el año 1782 a expensas del gran castellán de Amposta, fray Vicente Lafiguera, “conduciendo el lugar los materiales”, según reza la leyenda que figura en la ancha faja de la cornisa. En las pechinas de la cúpula cabe admirar cuatro grandes lienzos de Goya, ovalados, que representan a los Padres de la Iglesia: San Agustín, San Ambrosio, San Jerónimo y San Gregorio. Estas pinturas fueron autentificadas por Ignacio Zuloaga el Veintitrés de Junio de 1916.

Santo Cristo y el Mirador del Picote

En las montañas de las minas de Sal, sobre un cabezo que domina el pueblo, se encuentra el santuario del Santo Cristo de la Cueva, que data del Siglo XIV. Es una pequeña capilla en forma de gruta, cubierta por bóveda nervada. La imagen del Santo Cristo en la cruz, hermosa talla en madera, de tamaño natural de la misma época que el santuario, y es del mismo tipo de las que se veneran en Sos y Castiliscar. Frente a la puerta de acceso se extiende una amplia plazoleta, excepcional mirador sobre el Valle del Ebro, que alcanza asimismo a los montes de la cuenca del Jalón y a la inconfundible silueta del Moncayo.

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